lunes, 16 de julio de 2007

Por Nicolás Vilela

Apuntes del pintor de guardia

Veintisiete

El pintor, con el sobretodo puesto y varias manchas de témpera en la camisa, separa del portón de chapa la barra de hierro que podría obstaculizar el tránsito del camión.
El proveedor baja los materiales con ayuda del pintor y de un muchacho. Es mi sobrino, se ocupa de aclarar. Entre los tres, pero sobre todo el proveedor y su sobrino, cargan cepillos, lijadoras, taladros, hormigoneras, mesas de corte, cajas con nylon y cintas métricas, desmalezadoras, turbocompresores, algunos cepillos circulares de acero, y cargan también plásticos, vibroapisonadores, cortadoras de metales, martillos perforadores y demoledores, más cepillos circulares de acero y lustralijadoras.
El pintor, parado en el centro del salón principal, escucha, desde otro ambiente, las voces del proveedor y de su sobrino, que, al parecer, han terminado de acomodar los materiales. Escucha pasos que se acercan. Hay vino, ¿quiere? Tinto. El pintor mueve la cabeza y el proveedor le sirve en un diminuto vaso de plástico. El sobrino, repantigado en un rincón del ala izquierda de la sala, sonríe. Tenemos que hacer un rato de tiempo, si no le molesta: en el camión estamos medio apretados El pintor de guardia asiente y se mantiene de pie. Falta luz. Los tres toman vino en diminutos vasos de plástico. El sobrino del proveedor se aleja unos metros, hasta el patio, y empieza un fuego con algunas ramitas que ha encontrado en la parte trasera del camión. El proveedor se disculpa, nuevamente, por la molestia, y aclara que deben hacer tiempo porque su sobrino tiene que encontrarse con una mujer. El sobrino, según el proveedor, lo acompaña con los traslados y él, a su vez, con las mujeres. El pintor, callado, se sirve más vino. Al escuchar desde el patio que su tío lo está nombrando, el sobrino gira la cabeza y sonríe. El proveedor le hace un gesto impreciso, similar a un asentimiento, y continúa el relato mencionando que fue él, en persona, quien presentó a su sobrino y a esa mujer. Y ahora se van a encontrar, dice, en un ratito, nomás. Los dos hombres, a falta de sillas, continúan parados la conversación. Hay un silencio que dura varios segundos. El proveedor, entonces, le pregunta al pintor si él pinta en ese lugar, a lo cual el pintor responde afirmativamente. ¿Pinto alguna vez mujeres, digamos…? pregunta, después, el proveedor, pero, rápidamente, como si hubiera descubierto, al escucharse en voz alta, una pregunta de mayor interés en el corazón de la otra, dice, ¿quiso a una mujer alguna vez? Perdón, disculpe si lo incomodo, dice. Con suma cordialidad, el pintor se acomoda en el lugar y dice sí, claro. Habla lento: la mujer era alta, morocha, muy reservada, atractiva por lo torpe, por una mansa torpeza. Ella me dejó en el campo, dice el pintor, como si ya tuviera estas frases dispuestas en cajones y sólo hiciera falta atraer, lentamente, la manija. En realidad, aclara el pintor, no estuvo cerca mucho tiempo, y dice después: estuvo cerca el tiempo suficiente. Hay dos o tres gestos en el proveedor que, o bien a causa del aburrimiento que le produce el lento fluir del discurso, o bien debido a la ansiedad por conocer los detalles y el desarrollo del hecho, dan cuenta de su voluntad de interrumpir al pintor. Abre una mano en el aire, abre la boca. Y al mismo tiempo, con la otra mano, golpea el suelo breve y débilmente –dos palmadas cortas- para indicarle a su sobrino, que acaba de llegar del patio con las manos ennegrecidas, el lugar en el que puede sentarse. Pero el sobrino se queda de pie, esperando, quizás, a modo de recompensa por su trabajo en el patio, al lado del fuego, que el pintor y el proveedor se levanten y sigan conversando allá. El pintor lo advierte y -ahora él- abre la mano en el aire como gesto de suspensión. Dejálo al hombre, dice el proveedor, después de percibir ese gesto. El pintor continúa narrando. Prende un cigarrillo, convida otro al proveedor de materiales, que acepta, y al sobrino, que lo rechaza con torpes ademanes, mirando a su tío. El pintor chupa con fuerza, cierra un ojo para esquivar el humo y dice, todo lo que me dijo lo recuerdo perfectamente y no quisiera repetirlo ahora. La mujer era más grande que yo y vivía sola, lejos de la ciudad, dice. El sobrino parece inquieto durante los intervalos de silencio: amaga con levantarse y reanudar su propuesta de acercarse al fuego. El tiempo que pasamos juntos, dice el pintor, fue tranquilo. Fue suficiente. Cuando termina la frase, el pintor mira al proveedor, a su sobrino, y se queda callado. Dice: con el tiempo, conseguí que ella me diera la tranquilidad necesaria para sentarme derecho, mirar a la tela, y pintar. Cuando estoy solo, sea donde sea, siempre reconozco que esa persona me protegía, me mantenía, y también que me dominaba. Pero vamos al fuego, dice el pintor levantándose, vamos cerca del fuego. El sobrino camina adelante y los otros lo siguen con paso lento. Llegan al patio: se sientan en distintos cortes de madera.
Estuvimos cerca del fuego, dice el pintor, como ahora, estuvimos casi toda la tarde, sentados en el pasto. Empezamos a hablar. No llovía. Ella parecía preocupada. Se hizo de noche. Creo que estuvimos, en silencio, una hora. Miramos arder las maderas en el fuego. Nos miramos. Llovió. Y en el preciso momento en que, pensé, todo volvía a la normalidad, algo la puso nerviosa, algo hubo en la forma en que dejó de mirarme y también en la forma en que empezó a mirar el pasto, como si hubiera algo, ahí, en el pasto, o algo que ella había comprendido y yo no, y hubo algo en la forma de esa lluvia, mucho más densa, que mojó las maderas en el fuego -lo recuerdo perfectamente. Ella se levantó, discutimos, y algo sucedió: no estoy seguro qué, pero, en definitiva, ella se fue. Desapareció. Yo empecé a buscarla más tarde. No quise seguirla apenas se levantó porque supe cómo iba a reaccionar. Habrán pasado, digamos, unos diez o quince minutos desde que se levantó hasta que yo me levanté a buscarla. Nada: desapareció. Después me quedé fumando en un tronco húmedo, pateando las cenizas y la bosta de los caballos.

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